Como si nada de eso hubiera pasado, y como si el Ministro de Justicia Aníbal Fernández no se hubiera desgarrado las ropas por las fallas en el régimen de salidas transitorias y no hubiera prometido casi entre lágrimas que se aboliría dicho mecan
ismo de morigeración de penas, ahora la tobillera magnética vuelve a la carga. Y no podría haber sido peor.
Ya no se entiende. Tienen que hacerlo a propósito,
no pueden decidir siempre con tanta incoherencia.
Un hombre que había sido condenado a diez años de cárcel por abusar sexualmente de sus propios hijos, fue beneficiado con la prisión domiciliaria. No sólo eso. A pesar que el sujeto tiene domicilio legal en Reconquista, Santa Fe, la Justicia bonaerense le impartió el régimen de prisión morigerada en la localidad de Martínez, en una casa que queda a sólo seis cuadras del domicilio de los chicos a los que propinó reiterados abusos entre 1992 y 1999.
Con esto, no podemos sino reconocer que estábamos equivocados. El sistema judicial provincial no es de lo peor que existe. Ellos mismos se superan para ofrecer siempre la opción de que siempre puede existir algo peor a lo ya conocido.
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