Tantos interrogantes como pistas para seguir, y todas llevan hacia un mismo lugar: el sello inconfundible de la mafia, de las venganzas que llevan a cabo sin miramientos ni reparos las redes de narcotráfico internacional.
A Ramírez, de 29 años, lo emboscaron ayer a la tarde en la calle Libertador al 1999, en San Fernando, cuando salía de una casa de motonáutica. Estaba junto a su padre, un hermano y un amigo, todos colombianos, más un ciudadano argentino, según dijo la persona que los atendió en el local. Buscaban una moto de agua para el Delta.
Aún no había terminado de salir del local cuando se les enfrentó una moto con dos hombres, sin casco; uno lo llamó por su nombre o un apodo, dijeron vagamente los testigos. Lo cierto es que Ramírez se sintió reconocido, y seguramente supo lo que le esperaba: uno de los hombres en moto sacó una pistola nueve milímetros y lo acribilló.
Ráfaga. A Ramírez le tiraron unas 13 veces y le pegaron
nueve balazos. Otros pudieron dar en un inocente.
Entre 12 y 15 disparos habrían sido ejecutados por el sicario, y al menos siete (la autopsia revelará si finalmente son nueve) impactaron en la humanidad del colombiano, desde la cabeza y hasta el torso. Cayó muerto al instante, ante la estupefacta mirada de sus allegados, los que no recibieron ni un rasguño.
Por estas horas, la Policía investiga los movimientos económicos de la persona asesinada y de sus allegados. Hay cosas que no cierran en cuanto al poder financiero de esta gente. No hace mucho que estarían en el país y evidenciaron haber llegado a la Argentina con mucho dinero para gastar. Se cree que están en Argentina desde mediados del año pasado. El 23 de julio, cabe recordar, mataron a los colombianos en el shopping de la localidad de Martínez.
En poco tiempo adquirieron una camioneta Volkswagen último modelo (era un vehículo patente HHV 723 en el que viajaban cuando ocurrió el crimen) y ayer habían ido a comprar un jet ski.
Según las declaraciones de los allegados a la víctima a la Policía, la familia se dedicaría al negocio de la madera. No lograron justificar, sin embargo, qué tipo de actividad los traía al país.
La principal hipótesis tiene que ver con el narcotráfico. Autoridades colombianas sospechan que Ramírez podría ser un narco vinculado a jefes paramilitares de ese país sudamericano.
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