viernes, 6 de febrero de 2009

Al menos, a Robledo Puch no le dan la pulserita…

La Justicia entendió que el mayor criminal de la historia argentina, Carlos Eduardo Robledo Puch, nunca demostró interés en estudiar o trabajar en los 36 años que lleva preso y carecerá de contención fuera de la cárcel. Por eso, le negaron ayer la excarcelación pedida por sus abogados.
La medida fue adoptada por la sala I de la Cámara Penal de San Isidro, que rechazó un pedido de libertad condicional o por agotamiento de la pena presentado por la defensa de Puch -preso desde 1972- y ordenó que realice un tratamiento psicológico.
Robledo Puch tiene 57 años de edad, estudios secundarios incompletos -sólo cursó hasta segundo año- y él mismo admitió que nunca trabajó antes de su detención porque siempre se dedicó a robar.
El famoso ladrón y asesino fue sometido a estudios psiquiátricos y psicológicos que dieron resultados desfavorables y determinaron que desde 2001 sufre brotes psicóticos, tiene una personalidad perversa y agresividad contenida.
Robledo Puch fue condenado hace 29 años a reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado por haber cometido 11 homicidios, 17 robos, dos violaciones y dos raptos. Pese a que podría haber pedido la libertad en el 2000, lo hizo hace ocho meses.
En 1973, el mayor criminal de la historia se fugó de la Unidad 9 de La Plata, aunque fue recapturado a los cuatro días y trasladado al penal de Sierra Chica, donde actualmente está alojado en el pabellón 10 de homosexuales.
Robledo Puch, quien residió en las localidades bonaerenses de Tigre y Villa Adelina, donde lo apodaron “El ángel de la muerte”, tuvo como cómplice a Jorge Ibáñez, a quien conoció a los 16 años.

Ángel negro. Era apenas un joven cuando cayó preso por 11 crímenes.

El 18 de marzo de 1971 los dos cometieron su primer asesinato cuando entraron a una disco de Olivos y mataron al sereno Manuel Godoy y el encargado Pedro Mastronardi, al sorprenderlos dormidos.
Ese mismo año, el 9 de mayo, ejecutaron a tiros a José Bianchi, sereno de una casa de repuestos, y 15 días después, acribillaron a Juan Saettone en un supermercado, y brindaron con whisky sobre su cadáver.
A Robledo Puch e Ibáñez se los veía juntos a bordo de autos costosos con los cuales en dos días raptaron a dos jóvenes, las violaron y una de ellas fue acribillada a balazos por el “ángel de la muerte” cuando ya la habían liberado semidesnuda sobre la Panamericana.
Robledo Puch aseguró públicamente que Ibáñez no era su amigo sino “un compañero de andanzas”, lo que quedó plasmado cuando lo mató a tiros, tras chocar con un flamante Torino.
Luego de asesinar a Ibáñez, Robledo Puch consiguió un nuevo cómplice, su vecino Héctor Somoza, con quien el 15 de septiembre de 1971 asesinó a Raúl Del Bene en un supermercado, dos días después a Juan Rozas en una concesionaria y el fin de semana siguiente a otro sereno de agencia de automóviles, Bienvenido Ferrini.
Este dúo se dedicaba a asaltar en horas de la noche, robaban a sus víctimas y luego las mataban.
Así fue que el 3 de febrero de 1972, fusilaron a Manuel Acevedo en una ferretería, pero se pelearon, por lo que Robledo Puch mató a Somoza prendiéndolo fuego con un soplete que usaban para violar cajas fuertes. Se supo luego que el asesinato de su cómplice se dio porque éste se habría quedado dormido cuando estaba haciendo de “campana” en un robo.
Ese cadáver fue la clave para que este asesino múltiple cayera preso al día siguiente del crimen, cuando apenas tenía 20 años.

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