martes, 30 de septiembre de 2008

Judiciales en acción

Asistimos en persona a un allanamiento que realizó la Policía bonaerense en la localidad de Derqui (Pilar) para desbaratar una banda de asaltantes. Una experiencia que pudo ser peligrosa si había gente en la casa y tenían ganar de tirotearse, un riesgo cierto pero que finalmente no se dio.
El lugar era el correcto, porque se encontró un auto robado y dos armas de fuego (escopeta y carabina). Además, un impresionante santuario (que podía verse a la entrada de la casa y daba la sensación de internarse en el refugio de un pai umbanda, pese a que eran imágenes católicas las que había) con velas prendidas, las ventanas abiertas y la ropa tendida daban la pauta de que allí, poco tiempo antes, había gente.

Impactante. Entre las velas y los santos, la foto de una piba. Caló los huesos.

Increíblemente, una orden judicial para dar vía libre al procedimiento tardó 4 horas en expedirse. Durante ese tiempo, más de 40 policías y 10 patrulleros y autos de civil estuvieron deambulando por la zona, esperando el momento.
¿Cabe alguna duda de que alguien les avisó a los tipos que les iban a caer en cualquier momento? No. ¿Cabe alguna duda de que los allanamientos cuentan como arma principal el factor sorpresa? Tampoco.



Positivo. La Policía revisa el auto robado.

Para que se entienda cómo funciona realmente la Justicia bonaerense, una de los motivos del retraso fue que en el pedido de orden para allanar que elevó la Fiscalía a la Justicia de Garantías (es ésta la que autoriza los ingresos a las casas) faltaba un número de teléfono. Sí, el número del celular que le habían robado a una persona, el que el juez pretendía sí o sí que fuera incorporado al expediente antes de dar la orden.
Después de tanto esperar, el juez (para que sepan: departamento judicial de Mercedes, porque la causa se inició con un robo en Marcos Paz) terminó por dar la orden, sin el numerito travieso. ¡Ah! En la causa, ese procedimiento figuró como “allanamiento de emergencia”.

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